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#VansBookClub Bowie de Simon Critchley

“Sobreponerse a la condición humana es un desastre, pero el hombre no deja de ser un obstáculo. Nosotros somos humanos, demasiados humanos, y sin embargo anhelamos sobreponernos a esa condición. Gran parte de la obra de Bowie gira obsesivamente en torno a este dilema…” escribe el filósofo Simon Critchley en su libro titulado simplemente, Bowie.

Critchley es británico egresado de la Universidad de Essex que se ha hecho de sonora y entrañable popularidad por su fluido pensamiento que hilvana dilemas filosóficos con manifestaciones de la cultura pop sin estorbosos prejuicios que alteran las percepciones de lo que supuestamente debe ser la alta o baja cultura.

También es famoso por los interesantísimos agarrones dialécticos que se ha dado con su colega Slavoj Žižek cuyas incendiadas diferencias han fascinado a los seguidores de ambos pensadores.

Simon se declara fan (en su entusiasmo más popular) de Martin Heiddeger, Michel Foucault y David Bowie, influencias que son inevitables en su libro de ensayos cortos que se leen con envolvente e inesperada aceleración, una lectura de Bowie a ritmo de melomanía hambrienta debe durar casi lo mismo que el Aladdin Sane de 1973, quizás de los discos que mejor amalgaman con las páginas del libro y que no se tome lo anterior como un arrebato subliminal, se puede leer con cualquier título de la discografía pero de alguna manera, las recurrencias del libro son también los bucles imaginarios en las canciones del Aladdin Sane y su icónica portada.

Todo empieza con la noche del 6 de julio de 1972, cuando Bowie interpreta “Starman” en el legendario programa de la BBC Top of the Pops y Critchley era virgen. Tal fue la fascinación por esa presentación (cuyo video es hoy considerado patrimonio de la historia audiovisual) que Critchley la describe como si hubiera experimentado el placer de su primer despertar sexual. Después de esa confesión, empiezan a fluir los textos que repasan la trayectoria y las letras de las canciones de quién también fue Ziggy desde su pluma, consecuente con su carrera como filósofo y catedrático de la New School for Social Research, pero escrito también con un grado de intimidad adictivo con el que es fácil empatizar acompañado con las minimalistas ilustraciones de Eric Hanson.

Bowie es una edición ligera de páginas pero pesado por lo robusto de las ideas de Critchley sobre lo que ha significado la obra e identidad (palabra que a Simon le genera conflicto pues según su análisis, eso de la identidad es un asunto tan frágil y anómalo y el Alien de Brixton estaba tan consciente de ello que lo usó a su favor para potenciar la androginia determinante en si carrera) de David Bowie a él y la cultura del siglo XX la cual estaría convencionalmente incompleta. Para muchos, Bowie significó la posibilidad de otras vidas por encima de nuestros límites, pues como el Simon testifica: “Bowie fue alguien que hizo de la vida algo menos trivial durante un periodo de tiempo tremendamente largo”.

Ha sido traducido al español por Inga Pellisa y editada gracias a los buenazos de Sexto Piso y lo mejor es que puede encontrarse con facilidad en las librerías de México lo cual siempre se agradece, sobretodo cuando los libros musicales van de la abundancia a la escasez.

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