Los montículos de nieve son esenciales en el invierno canadiense. Sin ellos, el paisaje estaría incompleto, bizarro, casi apocalíptico. A los nativos estos suele desquiciarlos un poco, dicen que la vida se torna incómoda sorteando los copos que se acumulan en sobres las banquetas, las esquinas o las paradas de autobuses, andar en patines, bicicleta o simplemente caminar se vuelve casi un deporte extremo, dicen. Así que los que pueden, suelen escapar del invierno canadiense para refugiarse sobretodo en playas mexicanas.
Pero cuando no se puede emprender lo migración a tierras más soleadas, la vida no tiene porqué interrumpirse.
Sobretodo para los amantes del skate.
Quizás uno de los símbolos más icónicos del invierno canadiense se encuentra en una de sus principales ciudades, Toronto, cuando por estas fechas se alza la pista de patinaje sobre hielo frente al histórico City Hall, muy visitada por locales y turistas, aunque el esparcimiento es del tipo relajado, romántico y chusco, probablemente para los apasionados del patinaje con más adrenalina, esto les pueda resultar algo cursi.
Patinar en las calles invernales de Toronto puede requerir de cierta pericia que si bien añade grados de dificultad que podrían ser la delicia para los clavados que la libran con unos buenos Ultrarange con tecnología MTE a prueba de todo clima, también implica riesgos para los que dominan del todo la tabla.
Pero las ruedas no tienen porque parar.
Del otro lado del Don Valley Parkway, al este de Toronto, se encuentra un salón de skate con las instalaciones adecuadas para que la tabla siga su curso a pesar de las inclemencias del clima.
El Skate Loft es de los lugares consentidos de la pandilla skate de Toronto por toda su filosfía patineta que se ve reflejada en lo bien pensada de sus instalaciones. Al interior de algo a mitad del salón y bodega industrial de considerable tamaño se encuentra este espacio bajo techo y climatizado para hacer frente a las condiciones canadienses, con todo lo necesario para planchar la tabla como se debe, rampas, barandillas y otra clase de obstáculos que completan la experiencia.
Pero además de la infraestructura, algo que hace genial al Skate Loft son todas sus actividades, que incluyen clases para niños, adolescentes, adultos y quizás de los puntos más interesantes de su agenda: talleres especializado en chicas, desde niñas, adolescentes y porque no: mamás, abordajes del universo skate hecho por y para mujeres.
El Skate Loft de Toronto ofrece una experiencia peculiar por lo bien acondicionado de sus instalaciones y la visión multi integral de sus organizadores que abarcan actividades fuera de las ruedas. Sobretodo en el invierno canadiense que de repente orilla al encierro a la búsqueda de rincones térmicos y acogedores, aquí la adrenalina del skate se mantiene intacta y hasta proporciona sus buenas dosis de calor.