El street art es una de las formas de expresión más significativas ya que vive en los espacios públicos y cualquiera que transite por las calles puede disfrutarlo y experimentarlo y México tiene exponentes impresionantes que dejan su huella en cada rincón. En las calles de Oaxaca pueden encontrarse colores vibrantes y al recorrerlas es imposible no empaparte de su cultura, su historia, su gente y su comida. Al mismo tiempo, por las calles de Oaxaca se puede encontrar la obra de Froy Padilla, mejor conocido como Efedefroy, cuyas piezas juegan perfectamente con elementos de la cultura pop mezclando referencias de la época del Cine de Oro Mexicano con clásicos de Hollywood.
Con su formación en Comunicación y con influencias de artistas como Andy Warhol, Roy Lichtenstein y Jean-Michel Basquiat, Efedefroy ha desarrollado un estilo propio a partir de memes, las películas de los domingos y una inquietud por dar una nueva forma de vida a los personajes que también forman parte de nuestras raíces. Para conocer el trabajo de Efedefroy se necesitan unos cuantos clics, pero lo que hay detrás de su obra es lo que platicamos con él.
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-¿Cómo empezaste a hacer street art?
Empecé hace como dos años y medio, más o menos, a raíz de la curiosidad que tenía por explorar el arte urbano a partir de un meme que vi. En ese entonces tenía un amigo que tiene un bar –legado de su abuelo–, que se llama “Salón de la Fama” y quería ver como ese reflejo de las piezas en la pared, cómo se llevaban con el bar, porque era una Blanca Nieves de un pintor que no recuerdo y aparentaba estar muy borracha y los pajaritos la intentaban llevar. Entonces se me hizo muy gracioso jugar con esta imagen en la pared del “Salón de la Fama” y el resto ya fue historia. Fue un pequeño germen que ya no me pude quitar de encima.
-Tu estilo mezcla referencias de la cultura pop mexicana con elementos pop de otros lados ¿Cómo surgió?
Me gustaba mucho esta dinámica que tiene la gente que nace en los 80 (yo soy del 87), antes del internet y los teléfonos, la caja central de entretenimiento era la TV. Te podías levantar como un niño de 8 años y ver caricaturas japonesas en cadena nacional: veías Mazinger Z, los Caballeros del Zodiaco, Sailor Moon y en la tarde empezaba la barra de caricaturas de EE.UU. Y un domingo te encontrabas con las películas del canal 5: veías Volver al Futuro, Terminator, Indiana Jones… Entonces toda esta amalgama de personajes del imaginario cultural te permitía pasar por diferentes formas de arte. Todas estas referencias al final remataba con la identidad cultural que se crea del mexicano de la época del cine de oro, que al final del día, cuando cenabas con tus papás, pasaban películas en cadena nacional de Pedro Infante, de Jorge Negrete, María Félix, Tin Tán, Cantinflas. Todo ese recorrido que se formaba de tu identidad cultural y estos personajes me llamó la atención. Mezclar estas latitudes de la cultura pop norteamericana con la cultura pop mexicana y traer de vuelta estos ídolos a la gente para que sigan vigentes en el imaginario colectivo y que perduren con nuevos cuerpos en escenas de películas nuevas.
-¿Cómo es el proceso de hacer una pieza?
El proceso de hacer una pieza viene de múltiples factores: de las pláticas con amigos que conozco desde prepa que tienen referencias de libros, caricaturas, de películas. Todo eso va nutriendo un proceso de creación, de ser meticuloso con los detalles de las piezas. Yo creo que el proceso viene de una taza muy rica de café en la mañana, escuchar buena música y utilizar las herramientas digitales. Y mis carpetas. Soy maniático de guardar imágenes de películas (mexicanas, estadounidenses, francesas). Estar exponiéndome a muchas imágenes y el resto lo hace el cerebro que es muy inquieto y se da rienda suelta. Se trabaja con una técnica llamada “wet paste”. Se imprime en un papel delgado que puede ser papel Bond y se pega con engrudo (como lo conocemos, con el que pegan las piñatas) y se imprime en gran formato. Se pega y ya, la pieza convive en la calle con las personas.
-¿Escoges el espacio para cada pieza o la pieza al espacio?
Yo creo que es el espacio para la pieza. La paleta de colores en el centro de la ciudad de Oaxaca es muy llamativa: los colores son muy chillantes, muy mexicanos. Me encanta tener este fondo de colores, combinado con las piezas que hago, porque le da el tono de colores pop.
-¿Es difícil encontrar espacios para “exhibir” tu obra?
Me interesa que estén en las calles. Las piezas se deben a las calles. Estos ídolos se deben a las personas para que recuerden que hay esta etapa tan grande del cine. En estos tiempos la línea entre México y EE.UU. es muy delgada. Estamos muy inmersos en que ambas culturas, tanto la mexicana como la estadounidense se llevan de la mano. Tanto nosotros apreciamos su cultura, aunque tengamos la nuestra y valoremos nuestras raíces, como ellos valoran la nuestra y no por eso se pierde la identidad de lo que somos. Creo que todos estamos rodeados de esta cosa globalizada, en donde a un clic de distancia puedes compartir con el mundo gustos, aficiones y cosas que te llaman la atención y que te motivan a hacer algo en conjunto. Entonces, no es difícil Las calles son donde las personas habitan, donde se cuentan las historias, donde se desarrolla la actividad de la gente y son el medio para que las personas lo aprecien. Si te gusta o no, puedes pasarte de largo o quedarte a verla y no pasa nada.
-He visto que a veces posteas fotos de tus piezas “bloqueadas” por avisos de Pintura no autorizada ¿cómo te sientes con eso?
Tuve tres piezas que se les puso el sello de clausura, yo creo que al principio fue un poco triste, porque no hubo ningún criterio de decidir si la pieza podía estar o no o si representaba algo malo para las personas. Para empezar si [las autoridades] hubieran sabido que la técnica que uso (wet paste) no es tan intrusiva con la pared como el aerosol y si supieran con dos cubetas de agua y tallándole se puede quitar. Si a alguien no le gusta pues la quitas y punto. Era innecesario ponerle los sellos, se lo hubieran ahorrado con una cubeta de agua y sigue siendo la misma barda. Por ese lado es un poco difícil. Se dijo que como el centro es “patrimonio cultural”, las piezas daban mala imagen y se tenían que ir. Yo creo que Oaxaca es muy rico por distintos factores, si hicieras una lista de por qué es atractiva Oaxaca sería infinita: desde la arqueología, la historia de la ciudad, la comida, sus playas, sus lugares, los pueblos mágicos, las personas, el arte y también dentro de esta lista –las personas que han venido a Oaxaca y saben lo que se hace aquí– estaría el arte urbano. Esta parte de decidir qué es y qué no es, hay una delgada línea y si no se tiene un poquito de criterio se haría censura como a cualquier pieza.
-El street art tiende a ser muy efímero debido a múltiples factores (cómo evoluciona la ciudad, intervenciones de otros artistas, edificios o muros que dejan de existir, etc) ¿cómo lidias con eso?
Yo creo que en realidad ese es el punto de mi trabajo. Las piezas son efímeras. Están hechas de papel que de repente se desgastan por el sol, por la lluvia, por algún curioso que quiere saber de qué material es y termina desprendiéndolo y eso es lo bonito que hace que la efemeridad de las personas, de la fama es lo que somos. Somos transitorios. Nos morimos, dejamos de existir, la fama dura 10 segundos. Las piezas deben representar eso. Puede morir una pieza, pero renace en otro lugar. No debe ser permanente.
-¿Cuál de tus murales es tu favorito?
Esas preguntas nadie las va a responder como de “éste es”. Todas llevan parte de mí. Si tuviera que elegir un mural con base en el tamaño o el espacio, creo que podría ser uno que hice para Día de Muertos en el Centro Cultural San Pablo, que fue una María Catrina que medía 6.5 metros. El Centro, que dirige Mariana Zardaín, me dio permiso de estar ahí. Era un muro inmenso y quedó realmente incréible la combinación de símbolos que representan la identidad de la muerte para el mexicano. Puse a mi musa, que es María Félix, con el sombrero de la Catrina que hace José Guadalupe Posada y el traje típico del istmo, de tehuana que portó alguna vez Frida Kahlo que salió en una portada de Vogue. Acababa de pasar lo de los terremotos y era también un homenaje también a cómo afrontamos la muerte. Son simbolismos muy fuertes,la época era muy fuerte y el espacio fue increíble.
-¿Qué disfrutas más? Trabajar en un muro “sin autorización” o en un muro por comisión.
Soy partidario que las personas se desenvuelvan con las piezas que hago. Que esté abierto a que todos la puedan ver. Eso es lo que me mueve a final de cuentas. Que la observen, que le tomen una foto, que se identifiquen, que muchas veces digan “oye yo no sabía quién era ese personaje” y que investiguen quien era, se vuelve muy padre identificarlos, diseccionar la pieza, los gérmenes que representan esta “hibridación” cultural.
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