Con tan solo 25 años y apenas en su segundo largometraje, Chantal Akerman puso de rodillas a críticos, colegas y audiencia con Jeanne Dielman, 23, quai du commerce, 1080 Bruxelles, película cuyo título tan largo como su duración, hizo que durante su estreno en Cannes en 1975, la gente huyera de la sala mientras la escritora Marguerite Duras se levantaba de su asiento vociferando: “Esa mujer está loca”, la directora se revolvía de enojo en su butaca sin saber que en ese preciso instante se estaba garantizado un lugar en los libros del celuloide. Pocas son las cineastas que como ella, llegan e imponen su valor como artista y logran un abierto y celebrado reconocimiento de la comunidad fílmica por su contribución a la historia del cine, su visión era innegablemente renovadora y nada, ni siquiera la masculinidad imperante en aquella época podía eclipsar su brillo.
Chantal Akerman. Photo: Jeff Vespa/Getty Images ©
En 2005, después de 43 años y muchos proyectos en su camino, Chantal Akerman está agotada, y ha decidido regresar a sus orígenes en Tel Aviv, se refugia en un apartamento de donde sale raramente, en esos momentos de su vida ir por cigarros es un logro sobrehumano. De esa reclusión nacería Là-bas, su antepenúltimo trabajo; cámara fija, sonido ambiente, voz en off, y corte directo. La cámara fija siempre será una herramienta poderosa pero difícil de manejar, y no todos los que experimentan con ella llegan a buen puerto, Yasujiro Ozu llevó a la apoteosis este recurso en un drama familiar llamado Tokyo Twilight (1957), el grupo de dementes del Anthology Film Archive lo hicieron desde su fuerte experimental, y Akerman hizo lo suyo después de conocerlos en aquellos años 70 durante su estancia en New York, ciudad donde creó La Chambre(1972), News From Home (1976) y Hotel Monterey (1972). La postura experimental, conceptual y poética de la inmovilidad que utilizó en esta última, fue recuperada para crear Là-bas, añadiéndole sonido y un monólogo.
Hotel Monterey (1972) Chantal Akerman ©
Desde el inicio, el punto de vista de la cámara es la imposición de una subjetiva, siempre apuntando al exterior recorre todas las ventanas del lugar espiando a través de las persianas, captando los cambios en la intensidad de la luz, los matices de color, y de vez en cuando un leve movimiento, aunque la mayor parte del tiempo observas un frame cuyo interior está petrificado. Quince minutos después de mirar la inmovilidad estás dentro de su espacio en el exilio gracias a un proceso de transferencia parecido a la hipnosis, tus ojos son la cámara y experimentarás el aislamiento junto a la directora. El proceso de asimilación de esta película al igual que la música ambient es delicado, requiere paciencia y compromiso para poder llevarte a una experiencia de inmersión total en nuevas realidades, tienes que dejarte ir.
Là-bas (2005) – Chantal Akerman ©
A medida que te relajas y te adaptas a la nueva velocidad de vida, los cambios visuales más diminutos cobran una gran fuerza narrativa mientras que los sonidos lejanos mantienen la realidad en movimiento, la película avanza y se transforma sin ser progresiva, se expande con las intermitentes reflexiones sobre sus raíces judías, la diáspora y sus consecuencias, sobre el suicidio, su niñez y su fastidio por despertar otro día. Sus puntos clímax son hermosas tomas exteriores a la orilla del mar, pasajes que aparecen como brillantes oasis para limpiar las retinas de la penumbra del encierro, son un sueño lucido que detiene fugazmente la claustrofobia emocional en el ambiente, para de inmediato volver a contraerse en largos silencios que hacen más poderoso el halo de tristeza fúnebre que cubre sus pensamientos y confidencias.
Là-bas (2005) – Chantal Akerman ©
El cine es más real que la vida real según Truffaut, y en ello tiene razón, así que bajo esa creencia y dándole un sentido casi romántico, después de ver está película es posible decir que has formado una íntima conexión con la directora belga.
Chantal Akerman cometió suicidio en 2015, 3 meses después de estrenar No Home Movie, su última película.
Aquí date Hotel Monterey (1972) que sirve como una muestra perfecta de su trabajo.