Otra vez, desde cancún Purple Pig nos contagió en esta final de Sessions con su rasposa escuela de grunge machacosa con su particular maestría en ejecución que por momentos nos lleva a pensar en algo de ese progre contemporáneo llenaestadios.

El cuarteto, viejos lobos de mar en cuanto a bandas emergentes se refiere (llevan juntos 10 años), le subió a la intensidad de su presentación al 11, poniendo al público a corear, aplaudir y mover la cabeza, haciéndonos pasar un rato de desenfreno.

Con una potente voz que sabía a deslavado, guitarrazos frenéticos y ademanes que incitaban al movimiento, la gente se prendió de inmediato; manos arriba y coreando a todo pulmón, el ambiente se fue construyendo de manera progresiva.

Haciendo lo propio –  pasión y perseverancia–   Purple Pig no se anduvo con babosadas y entregaron un set perfectamente ajustado, como reloj suizo que seguramente les ha ganado más entusiastas.