La emoción de saber que una de nuestras bandas favoritas estará en concierto se prolonga hasta el día del evento. Pasan semanas en las que repetimos y recordamos las canciones que lograron colarse a nuestro playlist de vida, sensaciones que comúnmente experimentamos en lo individual pero, cuando llega la fecha, se trasladan a lo colectivo.
Se han preguntado ¿Qué efecto tiene en nosotros escuchar música en un evento masivo?, la diversidad de reacciones es tan amplia como la del número de asistentes, por eso me acerqué al antropólogo social, Edmundo Arana para hacernos concientes de lo que sucede cuando compartimos espacio- tiempo-melodías en shows con mucha gente y mucha energía, como el Corona Capital, un ejemplo muy cercano.
¿Qué cosas positivas exalta la convivencia con muchas personas?
La principal es la compañía, somos altamente sociales, el convivir con muchas personas ayuda a crear redes de apoyo, socializa experiencias; sin embargo, creo que su principal beneficio es la construcción de empatía, el poder situarnos en el lugar del otro es fundamental para nuestra especie, a través de este mecanismo es que se dan el cuidado de enfermos y heridos.
La convivencia en grupo en situaciones lúdicas fortalece el sentido de identidad, además de la evidente descarga de estrés, lo que, en mi perspectiva, ayuda a una convivencia en sociedad más sana.
¿Cómo influye la música en el comportamiento en masa?
Es curioso pero la convivencia en grupos y la música han ido de la mano a lo largo de la historia de la humanidad, tanto en aspectos religiosos como lúdicos, eso nos debe hablar de la naturaleza social de la música en sí.
Felicitas D. Goodman, antropóloga húngara, estudio la dinámica de las misas de congregaciones pentecostales en México, y es interesante retomar lo que descubrió sobre los efectos de la música en estas celebraciones. Para Goodman la música puede potenciar la receptibilidad del cerebro humano, lo que podría dar explicación a los transes que viven las personas que acuden a estas misas.
Si tomamos en cuenta esta hipótesis podríamos entender porque nos sentimos tan aliviados después de algún concierto, por qué quienes asisten a raves hablan de experiencias únicas, o incluso por qué hay quienes pueden llegar a una epifanía con la música de cámara. En todo caso la música es un vehículo, para nuestro placer, pero también es un medio, para la congregación en masa. Y es posiblemente esa la razón de porque disfrutamos tanto asistir a un concierto.
¿Qué aspectos de la conducta cambian cuando estamos en un lugar con poca gente y con mucha? (como en los conciertos)
En ese sentido creo que en realidad son pocos los aspectos conductuales que cambian en las personas dentro o fuera de una multitud, es decir, siempre pertenecemos a un grupo más grande, una cultura, un país, un grupo étnico, un género, que inevitablemente guían nuestro comportamiento a partir de las pautas culturales y del contexto. Por el contrario es posible que los cambios de conducta se den en grupo, pues así se legitiman los mismos, por ejemplo en una manifestación es posible que un grupo actúe de forma violenta, pero no un individuo, y aun así el grupo amplio, la manifestación, sancionara el comportamiento de estos.
En los conciertos pasa algo similar, ahí tienes a quienes gustan del hardcore, harán moshpit entre ellos, habrá golpes, pero no pasa de eso a peleas en forma, ya que en el contexto de esos conciertos es algo esperado.
Después de esta charla tenemos más razones para seguir asistiendo a conciertos y disfrutar de la música en compañía de amigos. Recordar que si tu mirada se cruza con la de otro en una acorde o frase conmovedora, él o ella estarán sintiendo algo similar.
Ahora sí, ¿Listos ahora sí para ir al Corona Capital?
Fotos Creative Commons y Vans