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#VansBooksClub BARRED FOR LIFE: How Black Flag´s iconic logo became punk rocks secret handshake, de Stewart Dean Ebersole

#VansBooksClub BARRED FOR LIFE: How Black Flag´s iconic logo became punk rocks secret handshake, de Stewart Dean Ebersole

Wenceslao Bruciaga 4 septiembre, 2018

Q: Henry, your tattoos are famous around here. I´ve seen a number of people  with Black Flag tattoos… What if like a fifteen-year-old girl got (The Bars) tattooed on forehead? How would you feel about that?

 A: Cool. Give her a knife, giver her some acid, point her westawrd and say “Kill, kill!!!”

Si, otra vez, Black Flag. Porque es la banda que más encarna lo que el punk siempre debió ser. Porque su ideología es más que música y moshpit.

En el firmamento del punk, muy probablemente sólo un diseño ha conseguido superar la entrega y devoción de la famosa A de anarquía al interior de un círculo con trazo satánico, a tal grado de convertirse en uno de los tatuajes más populares: las cuatro barras verticales y negras, aturdidas y desacomodadas, logo insignia de los padres del punk hardcore en su versión más ensalivada y dolorosa: Black Flag.

Y porque sí y simplemente: nos encanta.

Un logo que nació casi al mismo tiempo que la banda cambió su nombre de Panic a Black Flag:

“…(Greg) Ginn pidió a su hermano pequeño, un tal Raymond Pettibon, que hiciera la carátula, una perturbadora ilustración a tinta de un profesor ahuyentado a un alumno con una silla, como si fuera un domador de leones. Unos cuantos meses antes, habían descubierto que otro grupo también se llamaban  Panic. Pettibon sugirió Black Flag y diseñó un logotipo para la banda, una estilizada bandera ondeando compuesta por cuatro rectángulos negros verticales. Si una bandera blanca significa rendición, era evidente que significaba una bandera negra; la bandera negra también es el símbolo reconocido de la anarquía, por no hablar del emblema tradicional de los piratas; también rememoraba un poco a sus héroes, Black Sabbath. Lógicamente, el hecho de que Black Flag fuera también un popular insecticida tampoco venía mal” dice Michael Azerrad en su libro Our band could be your life.

Conforme Black Flag se convertía en una leyenda viviente, y a diferencia de buena parte de las bandas que dieron forma al punk, conducían la radicalidad de su ideología a los límites del auto terrorismo y la incomprensión casi inadmisible, absurda, como cuando se dejaron crecer el cabello a lo hippie o metalero tan sólo para fastidiar a los skinheads fachas y racistas que empezaron a asistir a sus tocadas, las famosas barras de Black Flag Flag fueron transformándose de un simple registro gráfico a una efigie que representa un punto de inflexión en las ideologías privadas de muchas personas que ven en Black Flag un semillero de honestidad y pensamiento propio, una iracunda palmada en la espalda que impulsa a no tenerle miedo a la disidencia, los defectos , las contradicciones, cueste lo que cueste.

“Cuando ves que alguien tiene las mismas barras de Black Flag que tu, sabes que no estás solo en este mundo, a pesar de as diferencias” Brian Sokel, pornógrafo.

La mentada originalidad es un anhelo sobrevaluado. Unos cuantos se tatúan el singo del infinito, un diamante, una Virgen de Guadalupe o un Bob Esponja. Luego, cientos siguen esa ruta: la mimetización se convierte en condena. Nos han enseñado que cuando ciertos gustos, cosas o fetiches se popularizan, su plusvalía estética e ideológica simplemente apunta a picada, a una devaluación mortal, se convierte en chusma y la chusma nos arrebata cualquier chispa de sentirnos exclusivos.  La exclusividad es el afán de la inseguridad más torpe según cualquier mamón.

“Tener las barras de Black Flag me pone en una tribu de gente con pasión por la música y pasión por la inconformidad Dan K, instalador de paneles solares.

¿Cómo se tomaría un libro con fotografías de gente con un Demonio de Tazmania tatuada en algún rincón de sus extremidades?  ¿Generaría empatía o te sentirías como un fraude, como cuando ves que alguien se puso lo mismo que tu en un concierto o una fiesta?

“Si veo a alguien en la calle, un completo extraño, pero con las cuatro barras de Black Flag, las mismas que tengo, lo más probable es que me acerque para hablarle” Danielle Lafore, trabajadora social y mesera.

Mientras más orates se tatúan las barras de Black Flag, su significado se fortalece y su valor ideológico y porque no, sentimental, se dispara a niveles religiosos.

¿Porqué la gente con el tatuaje de Black Flag aumenta sin miedo a perderse en la chusma?

“Aparte de ser insignia de Black Flag, creo que estas barras son un símbolo de la idea en que de trato de vivir, ir por mi propio camino y hacer lo que quiera” Kevin Stewart, mensajero en bicicleta.

Una posible respuesta se encuentra en las páginas de Barred for life, un libro de fotografías de categoría semipesado que sólo captura tatuajes de las barras de Black Flag como punto de partida de cientos de variables. Surgió como una broma, cuando su autor, Stewart Dean Ebersole, de profesión geólogo, constructor, diseñador y fotógrafo, se tatuó las barras de Black Flag en las inmediaciones de su tobillo en un estudio de los suburbios de Columbus, Ohio. Uno de sus amigos le dijo algo así como: “Un cabrón más que se tatúa las barras de Black Flag”. Era cierto, como cierto era que nunca se detuvo a pensar que no sería ni el primero ni el último en tatuarse las barras de Black Flag y que poco importaba unirse a la muchedumbre que se marca dolorosamente y para siempre esas cuatro barras.

Barred for life no sólo es el registro fotográfico de cientos de personas mostrando orgullosamente su tatuaje de Black Flag: “Todas las ideas y textos, excepto las largas entrevistas y las capturas fotográficas, son mi interpretación del mito respecto a esa banda llamada Black Flag y esa cosa llamada punk rock, las cuales conspiraron completamente para cambiar la forma en como entendía el mundo, Black Flag cambió de forma gigantesca el mundo de muchísimas personas, pero llegados a ese punto, no puedo escribir todo un ensayo sin partir de mi propia historia y experiencias personales” dice Ebersole en el prólogo.

Experiencia que se convierte en un larguísimo ensayo sobre el impacto  de Black Flag mediante su discografía, su icónica publicidad, las giras, la actitud y que acompaña el catálogo fotográfico de las personas que muestran orgullosas su tatuaje de las barras.

Las fotografías, tomadas por Ebersole y el tropel que le echaba carrilla en aquel estudio de Ohio (Jared Castaldi, Matt Smith y Todd Barmann) están catalogadas por Nombre, Hogar de residencia (que a su vez van trazando una ruta que empieza en NY pasando por  Canadá y el centro de los Estados Unidos en dirección a la Costa Oeste y termina en California con paradas especiales en Inglaterra, Francia e Italia), Ocupación, Cantante favorito y Canción Favorita de Black Flag y una frase que explica la razón por la que se tatuaron esas cuatros barras:

“Las barras pueden parecer un simple logo, pero representan también la idea de que lo único que necesitas para grabar un disco e irte de gira son las ganas de hacerlo” Steve Curtis, Músico.

 Además de las fotografías, el libro arranca cada capítulo con nutridas entrevistas a Dez Cadena, Glen E. Friedman, Ron Reyes, Keith Morris, Rick Spellman, Chuck Dukowski, Kira Roessler, Edward Colver y Henry Rollins brilla por su ausencia.

 Esta joya visual combina el diseño editorial de los libros de arte con el espíritu del fanzine en orgulloso blanco y negro y puede conseguirse por 25 dólares gringos directamente en la casa editorial que lo publicó PM Press.

PD: Buena parte de los participantes, además de orgullosos portadores del tatuaje de Black Flag, son orgullosos portadores de Vans.

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