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#ActionSports: Death Race 2000 / La competencia más extrema del celuloide

#ActionSports: Death Race 2000 / La competencia más extrema del celuloide

David Basilio 12 septiembre, 2018

Death Race 2000 es una de esas joyas que el bajo presupuesto nos ha heredado, la libertad creativa absoluta en estas producciones  permitió crear obras tanto radicales como cómicas que reflejan la creatividad en su estado más puro. A partir de 1970, este apartado dentro de la cultura fílmica de los Estados Unidos fue la academia de formación para actores y directores que tomarían el mando de Hollywood y lo revivirían para afrontar una nueva era dorada.

Low Budget es el homónimo de Roger Corman, el productor y director más prolífico de esa nación, el verdadero papá de los pollitos del cine comercial. Él y su ejercito de alumnos resultaron ser la guerrilla cinematográfica que tenía todo lo que el público desea ver, hoy y siempre: acción, explosiones y semidesnudos sin sentido. Que quede claro, hablo específicamente de cine comercial.

Death Race 2000, fue dirigida por Paul Bartel en 1975, uno de los discpulos más genuinos  de la escuela Cormaniana. (Si quieres ver su talento en su máximo esplendor te recomiendo ver: Eating Raoul, Private Parts y Lust in the Dust, protagonizada por Divine) Nos encontramos ante una historia sci-fi de acción, intriga y conspiraciones; una parodia de la vida política moderna, de los medios de comunicación corrompidos hasta la médula y de la violencia auspiciada por el american dream, todo esto envuelto en una delgada manta tejida por H. G. Wells. Estados Unidos rige el mundo, y con ello el salvajismo del antiguo imperio romano se ha restablecido en el nuevo milenio. Los gladiadores y los leones fueron substituidos por autos tuneados para matar y pilotos sin escrúpulos, un nuevo circo ha nacido; La Carrera Transcontinental es el nuevo opio de las masas que instauró el asesinato como deporte. En ella 5 competidores atravesarán la nación sembrando el terror en las autopistas, no hay reglas excepto una; acumular puntos asesinando personas en el camino.

Olviden a Mel Gibson, Tom Hardy y Charlize Theron en las versiones de Mad Max, o a Vin Diesel con su asquerosa saga Rápido y Furioso, Death Race 2000 tiene nada más y nada menos que al Semmental Italiano (1970) Sylvester Stallone como antagonista y a Frankenstein aka David Carradine como héroe. (Si no ubicas a este último por su nombre, él es Bill en la peli del desagradable de Tarantino) Lo que te espera es una hora y veinte minutos de efectos especiales burdos pero impactantes, cortes abruptos pero emocionantes, cero refinación pero si mucha inteligencia en el guión, argumento y diálogos, una película que da cátedra sobre lo que significa hacer cine, que no es otra cosa sino la sangrienta voluntad por lograr un objetivo.

Para que te des una idea del alcance mediático de esta obra maestra de las producciones baratas, regresa a tus años de infante cuando veías “Scooby doo y la carrera de los monstruos”, que no es otra cosa que la adaptación de nuestra película en cuestión. En conclusión, esta cinta es la representación más clara del viejo adagio: “Más vale una mente brillante que 150 millones de dólares de presupuesto”. No te dejes llevar por la estética, si logró convertirse en una obra de culto es por algo.

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