Neil Young es un tótem del rock & roll cuyo sonido no parece encontrar fin de resonancia, su trayectoria que ocupa medio siglo de vida, tiene hasta el día de hoy , tan solo en solitario, 47 albums, a los que obligatoriamente se le deben sumar 19 más, lanzados junto a su inseparable Crazy Horse, así como tener en cuenta su larga lista de colaboraciones con las que su guitarra ha logrado conectar. Como fanático del compositor no soy objetivo juzgando cualquiera que fuere el proyecto donde se ve inmiscuido, pero si dejamos que los números, el sonido y los años hablen, tiene un pedestal inamovible.
Durante una entrevista con Steven Wilson, me hablaba sobre las circunstancias que hacen posible la longevidad productiva de un músico, y mencionaba a Neil como ejemplo, decía que en gran medida algo que lo mantiene activo en la escena es su egoísmo como creador. Sus producciones han tocado aristas tan dispares como el folk o el blues sin dejar pasar la incursión electrónica guiada por sintetizadores y guitarras futuristas. Se trata de seguir mutando sin pensar en el público o la crítica, por así decirlo.
En 2003 llevaba 40 años de carrera desde sus primeras distorsiones de cuerdas en 1963 con The Squires, y dos aós después con The Mynah Birds. La protesta social de Buffalo Springfield llegaría en el 66, dos años antes de su disco debut homónimo y del lanzamiento del tremendo Everybody Knows This Is Nowhere. El comienzo del nuevo siglo fue divergente, porque hacer lo mismo durante mucho tiempo no es su clave del éxito, y siendo fiel a la maleabilidad de su centro creativo, se aventuró a escribir, fotografiar, dirigir y obviamente hacer el OST de una película llamada: Greendale.
Su relación con el cine es incansable, y ha dejado colaboraciones muy valiosas como sus trabajos junto a Jim Jarmusch, Jonathan Demme o Hal Ashby. Como director se estrenó en 1974 con Journey Through the Past, un documental-ficción donde los protagonistas son Buffalo Springfield y CNSY (David Crosby, Graham Nash, Stephen Stills), 2 de sus proyectos más antiguos. Otro buen ejemplo es Human Highway de 1982, película donde Young es protagonista junto a DEVO.
Pero volviendo al siglo XXI, Greendale es una apuesta por una narrativa de ficción básica pero funcional, la cual gira de la siguiente manera; Young escribió 10 temas, cada uno de los cuales representa un capitulo de la historia, y los 10 tracks al más puro estilo campirano con guitarras estridentes y solos demoníacos de blues, son los diálogos que suenan en off sincronizados con los personajes. Un video de un track de 80 minutos que narra la historia de una una familia que vive las desgracias de la desesperación social, la guerra, el acoso de los medios de comunicación y la incompetencia política.
El guión incluye sus temáticas favoritas, procurando tocar algún punto de la cultura que sea relevante por su actualidad. El homicidio, la locura, la búsqueda de la libertad y la tentación del demonio, sirven de antesala para la maldad del periodismo amarillista y el efecto social del internet. Su estilo es el de un home video con diálogos y música perfectos que superan la austeridad de la producción. Aquí tenemos a Neil Young entrando al mundo del video musical conceptual bajo sus propias reglas, manos, ojos y medios.
Greendale fue dirigida por Neil bajo el pseudónimo de Bernard Shakey, su alias como director desde los años 70.