¿Cuántas caras tiene The Man Who Sold the World?
Por Erick Estrada
Por alguna extraña razón hace unos días la versión de Nirvana de “The Man Who Sold the World” estuvo circulando con insistencia por las redes. Es un fenómeno extraño ya que la canción no cumple un particular número de años desde que Nirvana pasara la estafeta de la canción a nuevas generaciones, o desde que David Bowie, el autor de la canción y por supuesto su primer intérprete, la estrenara en su tercer LP que se llama, precisamente, “The Man Who Sold the World”.
En aquel disco de 1970 la canción convivía con otras pequeñas joyas, casi todas ignoradas por quienes no son fans verdaderos de Bowie como “Black Country Rock” y “After All”. Se trata del disco que le dio la oportunidad a Bowie de hacer una gira larga por los Estados Unidos en la que pudo concebir y diseñar de manera preliminar a su siguiente alter ego en la larga serie de personajes que ha interpretado en el escenario: Ziggy Stardust.
Es decir, si en el paso de su disco “Space Oddity” a “The Man Who Sold The World” Bowie hizo un rompimiento al cambiar de un sonido más folk con a uno más aromatizado con psicodelia (como lo es “The Man Who Sold the World”), tras su paso por Estados Unidos en esa gira de 1971 el cambio lo llevó al glam, a las guitarras rudas y a un sentimiento apocalíptico que lo catapultó finalmente a los cuernos de la Luna.
¿Por qué es que hace unos días se hablaba de esta canción? Nadie se refería al look de Bowie en esa época (le gustaba pasear con vestidos de mujer mientras llevaba el pelo realmente largo) ni los problemas que eso le causaba dentro y fuera de Estados Unidos (etapa y problemas muy mal retratados en la fallida película Stardust de Gabriel Range)? La verdad no lo sé. El asunto es que es un buen pretexto -sacado de la manga y todo- para regresar a una de las mejores canciones que ha dado el rock, una que deja clara la búsqueda que Bowie emprendía en esa época. Una búsqueda tanto personal como profesional que nos entregó después a la gran super estrella del rock universal y que, repito, fue entregada a las nuevas generaciones gracias al cover de una de las bandas de fin de siglo que mejor entendían a Bowie y su discurso y que, por supuesto, compartían buena parte de su visión del mundo: Nirvana.
¿Cuántas caras tiene “The Man Who Sold the World”?
Para comenzar David Bowie tiene varias versiones distintas de la canción. La primera, como dijimos, está muy apegada a su época, con toques acústicos y psicodélicos mezclados en un aire tan británico que es identificable a cientos de kilómetros a la distancia. Bowie se buscaba y esta canción en loop puede ser la banda sonora de esa historia interior.
La segunda versión favorita de la canción es la que hizo al lado de Brian Eno en 1995, los años del tour del “Outside”, un disco en el que exploraba las sombras del alma humana y sus violencias. Es más trip hop, no cuenta con la guitarra que Nirvana se apropió, Eno hace voces debajo de la de Bowie y además Brian le agregó el sonido de un sonar que le dan a la pieza un aire embrujado, adolorido. Es como para apantallar a alguien en una primera cita.
En 2018 apareció el cover casi minimalista de los franceses Øllebirde. Más de piano, más pausada. La cantante Margot Kurtis alterna en la voz con otro miembro de la banda y ambos desarrollan una especie de diálogo de soledades que atrapa. Recordemos que la canción habla de una persona perdida, que se ha borrado de sí misma. El hecho de que aquí lo narren dos voces, comunica la idea de varias personas en un laberinto o de que hay dos personas solitarias que prácticamente sienten lo mismo.
Scott Midge (con Midge Ure) hizo su cóver en 1984 mientras Bowie estaba en su etapa “Let’s Dance” con el inigualable Nile Rodgers. Midge, a quien muchos podrán recordar por ser parte de Thin Lizzy se aventó una versión de electrizante voz hueca, casi perdida entre los tambores electrónicos, sintes que suenan a flautas y una oscuridad diferente, de sombras neón, ya con la posmodernidad en la puerta lista para entrar. Esta versión es acogedora e inquietante a la vez.
La versión de 1974 de Lulu es casi premonitoria. Cambió el ritmo, transformó la guitarra de Mick Ronson (con él mismo a bordo), y le metió un saxofón que si nos fijamos bien no solo nos lleva al sonido del “Fame” de Bowie sino que incluso nos avisa la forma en que con un poco más de grietas sonaría el mismo Bowie en el disco “Black Tie White Noise” (escuchen “The Wedding Song” que es la que cierra el disco).
Luego está la versión de Nirvana en su sesión MTV Unplugged de 1993. ¿Qué más se puede decir de ella?