Tres morras se suben a una Equinox y pisan el acelerador con destino a una fiesta que ocurrirá en Oaxaca capital. Lo deciden sin cálculos, con el mismo impulso con que se saca un cigarro frente a la monotonía que gesta ese invento social llamado expectativas, sentadas sobre la banqueta, después de la solemne ceremonia en la que Rocío anuncia que fue aceptada a participar en una exigente, y aún más exclusiva, residencia de neurología con sede en Suecia. Vera se sienta frente al volante y Carlota en la parte trasera. Amigas incondicionales desde la infancia. La primera acaba de ser víctima de los traiciones de las redes sociales de la que es codependiente, y la segunda descubre el mundo adulto al mismo tiempo que varias corrientes del feminismo, que no siempre son realistas o compatibles con sus inseguridades propias de su edad. Metros delante de una gasolinera, Marcela, atrapada en un rudo dilema familiar, amenazada por mafiosos, les pide un aventón apuntándolas con el cañón de una automática.
Así arranca Desenfrenadas, la auténtica road movie dividida en diez capítulos que está convirtiéndose en el suceso de Netflix, cien por ciento hecha en México, que narra la aventura de cuatros mujeres golpeando la carreteras en tiempos donde la sociedad parece reconfigurarse a partir de cuestionamientos y la tecnología nos obliga a evolucionar a velocidades para la que no estamos preparados.
Desenfrenadas es una idea original de Diego Martínez Ulanosky, quien se ha armado un generoso playlist exclusivo para los lectores de Since66 en estos días de cuarentena incierta, sobre la música que lo acompañó en el proceso creativo de esta serie, que cabe decirlo, no fue apresurado. Todo lo contrario. Llevó años de escritura, corrección, presupuesto, producción y música. Mucha música. Porque algo crucial en la serie, son las canciones que funcionan como extensión de la personalidad de las protagonistas, y metáforas de los temas que se abordan.
¿Qué impacto tiene para ti la música?
La música me hace viajar. No solo a otros lugares sino a otros tiempos, momentos que me marcaron, a sentimientos que alguna vez tuve y por alguna razón quedaron encadenados a ciertas canciones. No siempre las canciones que me apasionan. Si me rompieron el corazón en un antro donde sonaba una canción de moda, probablemente esa canción se vuelva parte del soundtrack de mi vida y como un perro de Pablov, al escucharla sienta que me sangra un poco el pecho.
¿Cómo se relaciona la música en tu proceso creativo?
Cuando escribo, escucho música. Me obsesiono, busco bandas que me provoquen los estados de ánimo que necesito, que me ayuden a entender cómo piensan y sienten los personajes. No es nada fácil ponerte a pensar y hablar como otra persona, y más cuando es tan diferente a ti. Por eso, cuando encaro un nuevo proyecto lo primero que hago es escribir una completa biografía de cada personaje con la/el que voy a convivir. Su historia, cómo es su familia, a qué escuela fue, su perfil psicológico, su color favorito, de qué signo es, cómo se ve a sí mismo, cómo lo ven los demás, y por supuesto, qué música escucha.
¿Escuchaste algo específico mientras escribías Desenfrenadas?
Cuando escribía Desenfrenadas la música estuvo presente en todo momento. No solo porque un roadtrip sin música no es un roadtrip, sino porque la música me ayuda a transmitir sentimientos que a veces es difícil poner en palabras. La mayoría del sountrack está conformado por artistas mujeres, latinas e independientes. Ese era justo el tono de la serie que quería. Desde que empecé a escribir el guión, con Estefy Leal, que también es productora de la serie, nos pusimos a buscar todo tipo de artistas, en Soundcloud, en Spotify, desempolvamos viniles y CDs. Así me hice fanático de bandas tan eclécticas como Los Espíritus, Nathy Peluso o Loli Molina, que al final terminó haciendo una versión especial y acústica para el episodio 6 de su canción “Viajando”.
Algunos géneros, artistas: ¿influenciaron en la forma en la que construiste los personajes de Desenfrenadas?
Si Vera nació el mismo día que falleció Kurt Cobain y cree que es su reencarnación, por supuesto en su playlist tiene a Nirvana, pero también es fan de Bowie, de Lana del Rey, de Ruzzi, Chromatics, y María Daniela. Porque es compleja, porque vive en un mundo fashion de fiestas electrónicas y porque lucha entre ser quien es y quien quiere ser. Así con cada una, el desafío es entender qué música la representa. Me divierte mucho pensar qué canción escucharía mientras se baña, qué mostraría a sus amigos y qué canción escogería para llorar y fumar sola.
Tal vez la más simple en cuanto a gustos musicales es Rocío, que no se considera una melómana y básicamente escucharía la radio de hits mientras va camino al hospital, En su playtlist tendría a Elsa y El Mar, que la conoció gracias a Carlota, a Shakira, Moenia, Zoé y Hello Seahorse. Carlota, por ejemplo, es una mezcla extraña de trova, reggaetón y pop, y esto para mí refleja sus extremos, la búsqueda de quién es. Puede escuchar a Sotomayor, Francisca Valenzuela, Perotá Chingó, Bebe o Masta Quba, y también a Silvio Rodríguez o a Tomasa del Real. Marcela, por último, escucha música urbana, algo de banda, algunas canciones de rock que usa para bailar y hacer catarsis. El playlist de Marcela es puro fuego, es sexo y violencia, y así pude entenderla mejor a la hora de hablar y pensar como ella. Ponía a Nathy Peluso o a Ms Nina con la computadora en blanco y mis manos escribían solas.
¿Cómo describirías el playlist que compartes a Since66 de Vans?
Mi playlist personal de Desenfrenadas es una ensalada de estilos y géneros, y también de artistas y bandas nuevas que descubrí y me volví fan. Cuando escribía los episodios de Oaxaca escuchaba mucho Elsa y El Mar, Ruzzi, Cigarettes after Sex y Lana del rey, que por alguna razón que no entiendo, me inspiró mucho para entender a Marcela y su relación con Joshua (aunque sé que Marcela no la escucha y probablemente no sabe ni quien es). La escena del episodio 4 cuando Vera sale corriendo del coche y se tira en la montaña se me ocurrió viendo el videoclip de “Million Reasons” de Lady Gaga, y la escena cuando ama “Pobre estúpida”, me surgió en una fiesta en la Zona Rosa a la que fui con amigos muy Vera. Mientras escribía los episodio de Puerto Escondido, no podía parar de escuchar todas las variantes de surf rock, psicodelia y música setentera. Así conocí a Ayer Amarillo, con la que vuelan en hongos, o a los Mexican Weirdoh´s.
Sin más preámbulos, aquí el playlist de Diego. Desde luego, la experiencia se complementa viendo Desenfrenadas en Netflix, refrescante opción para la cuarentena.