Recuerdo cuando tuve la oportunidad de visitar el Leopold Museum en Viena hace dos años, y mientras iba caminando sola por una de sus salas me topé con un letrero en luz neón bastante grande colgado en una de las paredes dentro de la sala, del cual instantáneamente me enamoré. Y creo que desde ahí me volví fan de las luces neón y por su puesto del arte de Olivia Steele.


Olivia utiliza el neón como medio contemporáneo para contarnos a través de textos cortos, verdades puntuales que reflejan la ingenuidad (o malicia) de la era digital.
“Paradójicamente, estar atado a nada y conectado a todo, puede ser percibido como el último estado del ser y el primer paso de la espiritualidad. Todo proviene de la misma fuente, se convierte en forma y finalmente regresa a ella. Estar atado a formas, ideas es una prisión; una experiencia del ego que crea la ilusión de separación, cuando en realidad somos la misma cosa: polvo de estrellas. Moléculas diminutas que flotan en la galaxia.”

