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Escribe para buscar

Dos veces José

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El que escribe nació en el año de 1987, en una colonia popular del nor oriente del extinto Distrito Federal. Hijo de comerciantes de medio pelo, pero grandes guerreros de la noche e invencibles parranderos, amantes de “la bohemia”.

Incluso así nació mi hermano, era un 2 de noviembre del 95, fuerte peda en la casa de su “Compadre Jorge” era de madrugada y recuerdo perfecto que se cantaba a varias voces llenas de brandy:

“..La fuerza del amor
La fuerza de la sangre
Que siempre nos unió
Que somos uña y carne..”

Mientras mi madre pedía que nos fueramos porque no se sentía “muy bien”. Ese malestar tiene por nombre Carlos Emilio y pedía ser expulsado al mundo al son del album Grandeza Mexicana de José José. Bastante regular por cierto, pero pues eran los 90 y todo era incierto.

En el 95 yo tenía 8 años, edad perfecta para preguntar absolutamente todo lo que no entendía, o sea todo. Y asumir que todo lo que se veía en casa era “normal” y así sucedía en todas las demás casas.

En la casa de los abuelos sonaba Lucho Gatica, Toña La Negra y Daniel Santos, todo esto después de que el señor de la casa despotricara durante más de 40 minutos sobre un tal “Zedillo” y todavía seguía ardido por un tal “Salinas” que según él –nos chingó–. Y así la infancia pasó, entre lecciones musicales mal aprendidas y gustos que no hacían más que confundirme. Eso sí, después entendí porque se decía que ese tal “Salinas” –nos chingó–. Para el 97 iba en 5º de primaria, y comenzaban los chicos del salon a compartir música, Molotov sonaba todo el tiempo y todos querían cantar una canción que decía puto una y otra y otra vez. Yo también la amo, pero tenía 10 años y me era muy fácil confundirme, más que ahora que rebaso los 30.

Pero había que llegar a casa y volver a los discos que ahí sonaban, ya no iba a escuchar “El Circo” que llevaba el Rich o un cassette que llevaba “El Güero” que se llamaba Molochete. En cambio acababa de llegar el disco recopilatorio de 35 años de trayectoria de José José, una nueva arma secreta para las “cenas” que se armaban entre tíos y amigos en mi casa. Un extraordinario disco lleno de lados “B” de antaño y perfectas para el falso karaoke en nuestra sala.

“..Te bendigo
por estar junto a mi
por creer que jamás
seré un perdido.”

Fue por esas fechas que inconscientemente tomé la desición de buscar todos los viniles y cd’s que había en casa de ese señor. ¿por qué traía tanta felicidad y al mismo tiempo tanta tristeza a mi casa? ¿por qué incitaba a beber de esa manera? ¿por qué la música era impecable y la voz inconfundible?

El resultado fue aún más sorprendente. La búsqueda no quedó en música, salieron cintas de video de sus shows en el salon premiere y unos más viejos en el Apache 14, fotos de mis papás con él, que cuidaban como tesoros de familia. Unos días después hice la pregunta que mi papá siempre esperó ¿quién es José José? No sabía que responder, ni como hacerlo. Pero lo que si hizo, fue llevarme un sábado a medio día a “El Camino Verde” una cantinucha donde estaban 2 tíos y un ex tío escuchando al mejor imitador de José José. Un hombre de traje negro que muy probablemente tenía días sin llegar a su casa. Al que se le notaban 3 crudas encimadas y cantando frente a su piano negro con todo el sentimiento que su voz le permitía.

“Fui un naufrago de ti
nocturno de dolor
angustia polvo y nada.”

El Sr. González sin darse cuenta me acacaba de decir quien es José José, porque lo aman y porque les representa tanto. Y sin querer me había introducido al exquisito mundo de las cantinas.

Supongo que desde ese día no me he despegado de los movimientos de ese señor, y por el contrario, me he dedicado a darle sentido a cada momento de mi vida musicalizado por mucha música y sobre todo por José José. Porque me recuerda a mi mamá feliz, a mi papá cantando, a mis tíos a las 7 de la mañana en la sala de nuestra casa pensando que desayunar y donde me veo reflejado en ciertos momentos de la vida que fue y que sigue. Tanto así que mi mamá decidió bailar una canción de él, conmigo en mi boda. Grandes momentos hemos vivido juntos, no solo mis papas y yo, sino José José siempre está de fondo.

“Qué no ves que estoy muriendo en vida esperando por ti
aunque estés allá en el fin del mundo
a tu lado estoy en un segundo
nada más cierra tus lindos ojos, y háblame.”

Para terminar con esto y sin afán de justificarme de nada, me parecía muchos más divertido para todos leer como se mete la música de los viejos en nuestras vidas y nunca se va. Todos sabemos que “José Rómulo Sosa Ortiz” es un gran músico, que llevaba esto en la sangre desde su nacimiento, que fue el “Gran perdedor de la OTI” y cosas como que vivió en su auto afuera del bar donde cantaba. Que tuvo todo y todo perdió. Pero eso se lo dejamos a los escritores de biografías.

Aquí yo preferí contarles que amar y querer no es igual y que siempre voy a querer saborear mi dolor.

Les dejo esta selección de mis “posibles 20 favoritas” de JJ, porque podría seguirme durante varios días llenado un playlist, para que se den cuenta que no nomás le rogaba al amor, también le bailaba y sobre todo le cantaba sabroso.

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